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fragmentos más lejanos del destrozado túnel submarino. En su balsa no había artículos
personales, indicando la naturaleza de su rápida e inesperada huida.
¡La Colmena ha vuelto al mar! exclamó Opalo . El Leviatán trae cazadores que
pueden seguirnos dentro de nuestras cúpulas.
¡Imposible!
Opalo y Vientre Blanco describieron el descenso de ARNOLD con casco y arpón. El
escucha asintió.
Como todos los cazadores de la Colmena éste puede ser peligroso cuando está unido
a su máquina. Consultaré al Culto Profundo. Extiende la voz de evitar al cazador hasta
que yo regrese. Si sois atacados, intentad cortar la cuerda.
El escucha nadó hacia las profundidades. Se detuvo brevemente en las sombrillas nivel
ocho y nivel diez para aprovisionarse de oxígeno y soltar dióxido de carbono. Pero siguió
su camino rápidamente, antes de que el nivel de nitrógeno subiera. Por debajo del nivel
diez las cúpulas adquirían una configuración diferente. Todas estaban coronadas por una
esfera con ventanas. Salió a la superficie en la cúpula inferior y se apresuró por la espiral,
pasando sólo el tiempo suficiente en el espeso aire, para abrir las puertas dobles. El aire
de la esfera era fino y cambiaba el tono de su voz. Descansó, permitiendo al exceso de
nitrógeno difundirse desde sus tejidos. Las ventanas le permitían una visión circular de los
alrededores verde parduzcos, bosques de algas con lentas y silenciosas sombras de
peces. La neblina formada por el diminuto plancton oscurecía su próxima parada a una
distancia de casi media milla. Había sido visible en años anteriores, pero las aguas ya no
eran estériles. Nadó tranquilamente siguiendo señales familiares, llegando a la cúpula en
doce minutos. Dos bolsas de aire más lejos trepó de nuevo a una esfera para descargar
nitrógeno.
Tres formas se acercaron, humanoides con amplias alas gaseosas, ángeles del Culto
Profundo. Se agitaban lentamente a lo largo del fondo, alimentándose de una enorme
concha, un bivalvo, que se pasaban de uno a otro. Hablaban con gestos de la mano. El
escucha hizo una señal dando un golpe en la ventana. Tres caras arrugadas giraron hacia
él. Dos llevaban boquillas llenas de agua. El tercero dejó caer la suya al mascar
delicadamente la blanca carne. Soltando al bivalvo entraron en la esfera. Sus alas,
rellenas de fluido, se elevaban y caían con las respiraciones. Los fluidos pulmonares se
trasladaban de los pulmones a las venas de las alas y volvían otra vez.
El escucha ayudó al último a subir la escalera y cerró la escotilla. Eran viejos y estaban
arrugados. En el agua sus movimientos eran suaves, casi ágiles; pero en el aire eran de
nuevo ancianos artríticos.
La Colmena controla al Leviatán dijo el escucha . Los cazadores navegan y se
zambullen en el mar. Invaden nuestros hogares cúpula.
Un viejo ángel cerró su boquilla y tosió expeliendo espuma.
Describe esos cazadores que invaden las aguas.
El escucha repitió las diversas historias que había oído. Los ancianos conferenciaron,
haciendo volar sus dedos.
Conocemos bien a esta criatura ARNOLD. No es sorprendente que la Colmena le
envíe al agua. Deberíamos ser capaces de derrotarlo mientras respire por un tubo y lleve
un casco. Dile a tu pueblo de la plataforma que el Culto Profundo alejará al ARNOLD.
El escucha asintió. El ángel, con sus torpes dedos artríticos, preparaba su botella de
oxígeno. Las burbujas distendían las venas de las alas. Sujetando la boquilla entre sus
encías, inhaló espuma. Las alas se aflojaron cuando el pecho se expandió. El escucha
ayudó a los ancianos a bajar la escalera y observó cómo se alejaban nadando. Sonrió. El
Culto Profundo se las entendería con ARNOLD.
Rorqual Maru chapoteó hundida, con su bodega combándose por el peso del plancton
en maceración. ¡Alarma! Su segundo par de grúas levantó sus sensores, husmeando y
escudriñando. Un barco de la Colmena se aproximaba. Larry miró la pantalla y llamó al
capitán.
¡Nos están siguiendo!
ARNOLD estudió la silueta.
Navega alta, ligera y rápida. No podemos escapar recogió su hacha . Nos
quedaremos y pelearemos.
Larry observó cómo el gigante sopesaba el arma.. Las semanas transcurridas con
balance de nitrógeno negativo minaban su fuerza. La hoja era torpe y pesada.
Abre un canal a ese barco dijo.
ARNOLD se sintió molesto.
Hablar no resolverá nada. Ese es un brazo exterior de la Colmena maldita.
El pequeño semihumano movió su torso alrededor del tablero de mapas y miró a la
pantalla. Un casco Pelger Huet de cazador apareció.
¿Si? ¿Quién llama? preguntó el hocicudo.
Conserva nuestros canales ópticos cerrados susurró Larry . ¡Hola! ¿Por qué nos
seguís?
Tenemos órdenes de llevaros de vuelta.
¡MARCHAOS! gritó ARNOLD, encolerizándose hasta el punto de oír «cluck, cluck»
en su subconsciente.
El cazador, confiadamente, abrió otros canales, mostrando sus tropas: ARNOLDS
inferiores, arqueros y escuadrones de seguridad de la Colmena con sus enmarañadas
redes.
Nuestros guerreros son más jóvenes y más fuertes que vuestro enfermo ARNOLD.
¡Debéis volver voluntariamente o morir!
Larry estudió la cara del guerrero. El condicionamiento de la capilla no dejaba mucho
espacio para la idea de la muerte. Su leptoánima había pasado de generación en
generación, ganando consecutivamente todos los desafíos. Se enfrentaba al conflicto con
optimismo ciego, pero Larry era más práctico. Necesitaba tiempo para pensar.
Muéstrales tu popa ordenó el barco . Y suelta tu carga. ¿Qué papel podéis jugar tú y
tus grúas en una batalla real?
Rorqual habló didácticamente.
No juego un papel activo en ninguna actividad que pueda dañar a un homínido.
Eso mismo había sospechado Larry. La tripulación de ciudadanos del barco sería de
poca utilidad; no estaban psicológicamente preparados para un combate cuerpo a cuerpo.
Se ponían nerviosos sobre cubierta con tiempo tranquilo. Cualquier excitación les
paralizaría.
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